...muchas veces les pareció ir el Sol y la Luna al revés de aquí, lo cual era por echarles siempre la sombra al sur cuando se les antojaba aquello, pues claro está que sube por la mano derecha el Sol de los que viven de treinta grados allá de la Equinoccial, mirando el Sol; y para mirarlo han de volver la cara al norte, y así, parece lo que dicen. Tardaron en ir y venir tres años menos catorce días; se erraron un día en la cuenta, y así, comieron carne los viernes, y celebraron la Pascua en lunes; se trascordaron o no contaron el bisiesto, aunque algunos andan filosofando sobre ello, y yerran más ellos que los marineros. Anduvieron diez mil leguas, y aún catorce mil, según cuenta. Aunque menos andaría quien fuese camino derecho, Sin embargo, ellos dieronmuchas vueltas y rodeos, porque iban a tientas. Atravesaron la zona tórrida seis veces, contra la opinión de los antiguos, sin quemarse. Estuvieron cinco meses en Tidore, donde son antípodas de Guinea; por lo cual se demuestra cómo nos podemos comunicar con ellos; y aunque perdieron de vista el norte, siempre se regían por él, porque le miraba tan de hito en hito la aguja, estando a cuarenta grados del sur, como lo mira en el mar Mediterráneo, aunque algunos dicen que pierde algo de fuerza. Anda siempre junto al sur o polo Antártico una nubecilla blancuzca y cuatro estrellas en cruz, y otras tres allí, junto, que semejan nuestro septentrión; y estas sirven de señales del otro eje del cielo, al que llamamos sur. Grande fue la navegación de la flota de Salomón; sin embargo, mayor fue la de estas naos del Emperador y rey don Carlos. La nave Argos de Jasón, que pusieron en las estrellas, navegó muy poquito en comparación de la nao Victoria, la cual se debiera guardar en las Atarazanas de Sevilla como recuerdo. Los rodeos, los peligros y trabajos de Ulises fueron nada en comparación de los de Juan Sebastián; y así, el puso en sus armas el mundo por cimera, y por letra Primus circumdedisti me; que conforma muy bien con lo que navegó; y en verdad él rodeó todo el mundo.
Así cierra Francisco López de Gómara el viaje de Magallanes y sus doscientos marinos, y el retorno de Elcano con los dieciocho sobrevivientes. Un viaje que trastocó el mundo. Los cambios vividos en pocas décadas de inicios del siglo XVI son descriptos por López de Gómara con una claridad sorprendente. El futuro comenzó a prefigurarse en el momento en que atravesaron el estrecho, y "volvió las proas a mano derecha, y dirigió su camino casi tras el Sol para dar en la Equinoccial" porque en esa dirección debían estar las Molucas, atravesando la inmensidad del Pacífico, con la confianza en sus instrumentos por única guía.
En la imagen, la réplica de la nao Victoria, de visita en el puerto de Valencia
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