martes, noviembre 20, 2012

Mafalda hoy?

Ana Gerschenson se pregunta, en los blogs del Banco Mundial, y reproducido en America Economía, si las oportunidades de Mafalda eran mayores cuando fue escrita que ahora, y concluye que, en general, sí, sus oportunidades eran mayores. Además, contradictoriamente, el deterioro de las calidad de vida de la sociedad argentina que se reflejan de la comparación, sucede en una época en la que en el conjunto de Latinoamérica la clase media mejora.
Mafalda era una nena que vivía en un barrio de la ciudad de Buenos Aires. Iba a un colegio estatal, su papá era un empleado de oficina, su mamá ama de casa. Tenían un citroen 3CV y ahorraban durante el año para irse de vacaciones a Mar del Plata en el verano.

Protagonista de la célebre historieta de Quino, Mafalda simbolizó durante décadas a la clase media argentina, única en América Latina. Las cosas han cambiado mucho en el país particularmente y en la región en general.

Queda claro al leer un reciente estudio del Banco Mundial en el que se sostiene que la clase media en América Latina creció un 50 por ciento, de 103 millones a 152 millones de personas desde el 2003 al 2009.

La movilidad social, el acceso a la educación y a la salud de calidad eran parte de la vida de la clase media argentina, que llegó a representar al 60 por ciento de la población en los años 60 y fue bajando progresivamente –crisis económicas mediante- hasta su punto mínimo en los 90, cuando sólo representaban el 35 por ciento de los argentinos.

En su estudio se toma como parámetro de definición de clase media a la seguridad económica pautada a partir de un ingreso de por lo menos 10 dólares diarios. En la Argentina las diferencias surgen cuando se compara a la clase media actual con la de la familia de Mafalda, ya que en los 70 la escuela pública era de excelencia y los hospitales decentes.

Hoy los padres de clase media hacen enormes esfuerzos para pagar un colegio privado y consideran obligatorio el gasto de una prepaga médica mensual. Por eso también escasean las amas de casa.

El dato positivo, más allá del caso argentino, es que en América Latina esa brecha tajante entre ricos y pobres se achica por la inclusión que genera el progreso social, que según el estudio del Banco Mundial es el resultado del crecimiento económico, la bajada del desempleo y la caída de la inequidad en los salarios.

Igualmente, aunque la clase media de la región ha agrandado sus filas considerablemente en los últimos diez años, aun queda mucho por incluir, ya que todavía representa el 30% de la población latinoamericana, curiosamente el mismo porcentaje que ocupan las clases más pobres.
En época de Mafalda, su padre tenía un empleo estable, como lo tenían los padres de sus amigos, con todo lo que eso diferencia su época de la nuestra, porque "empleo estable" implicaba una cobertura social hoy  más restringida. La escuela era algo mejor, sin experimentos cada tres o cuatro años, y con mayor continuidad. Por eso, Mafalda no había huído a una escuela privada. Argentina todavía recibía inmigrantes, como lo era Manolito, y no expulsaba a su clase media. Quizá hoy Mafalda hubiera estado en otro país, como tantos otros casos.

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