sábado, noviembre 25, 2023

Harto de manipulación


En una época de manipulación informativa generalizada, es una tarea diaria expulgar las noticias, comenzando por la fuente y el medio: son el primer agente contaminante. No digamos ya la televisión, con monopolio informativo y "cultural" desde siempre, sino especialmente los soportes de sistemas operativos, navegadores y buscadores en Internet. No conozco el Iphone, pero dudo que difiera del Android, o las distintas versiones de Windows, o las distintas versiones de navegadores: competencia feroz por lograr la atención, con toda clase de "noticias sorprendentes" que ganen cinco minutos de lectura, e inviten a navegar en un mar de tonterías. Así como nunca compraría una versión "Home" de Windows, para no quedar encadenado al cerrado mundo Microsoft, resulta difícil usar facilidades del sistema sin ser asaltado por publicidad y pensamiento tendencioso, sea a través de Bing o simplemente pasando el ratón por encima de áreas sensibles (la linea de comandos de Windows, por ejemplo). Diariamente, a pesar de dejar claro que NO deseo usar Bing ni Edge, de una forma u otra se presentan ambos, y solicitan que los conviertas en la versión preferida. Esto, que era una tradición en el mundo Microsoft, ha impregnado también el universo Google: no sólo en la forma más explícita de haber cambiado la filosofía de recopilación de resultados de una búsqueda a anteponer la publicidad asociada al tema, sino en el posicionamiento político y cultural. Por ejemplo, usando el servicio de alertas (Google Alerts), recibo informaciones acerca de la Real Academia de la Lengua Valenciana. Sistemáticamente, estas informaciones tienen mayoritariamente un solo color, y un orígen de una sola familia de editoras: Cadena Ser, La Vanguardia, Levante, y otras menores, con dos mensajes comunes: el valenciano es el nombre local del catalán, AVL es la entidad preferida, y Lo Rat Penat y la Real academia de la Lengua Valenciana son la expresión de la derecha. Por supuesto, esta puja está en las noticias: lo notable es que siempre la alerta de Google tenga un color preferido en la selección, con casos flagrantes como éste

Esta entrega de noticias virada de color se puede observar hasta el cansancio. En política, cultura, ideología, costumbres. Hay que hacer un esfuerzo deliberado para  preservar la salud informativa:

Evita Google o Edge como navegadores predeterminados, evita Google o Bing como buscadores predeterminados, usa DuckDuckGo mientras no sea tendencioso; cambia la configuración para que tu sistema no te presente noticias por defecto, en información sensible no confíes en una sola fuente, reduce las notificaciones en el móvil (casi imposible). Trata de usar Linux.

Las observaciones de Orwell siguen vigentes, completamente.

 

domingo, noviembre 19, 2023

Los premios


 Marta Hortelano, en su carta de Las Provincias:

Desde el viernes pasado tengo una nueva persona favorita. Se llama Jordi Gracia y es opinador y crítico literario en el diario El País. Como no tengo el gusto de conocerlo, me metí a bucear en su biografía de autor, donde dice que llegó a la redacción desde «la vida apacible de la universidad», donde es catedrático de literatura. Y habla de la inmersión en el periódico como el equivalente «a entrar en el mundo real casi sin respirar». A él llegué como a casi todo lo que leo, por un titular llamativo, de un tema que casi siempre me interesa poco. Soy presa fácil para eso que llaman 'clickbait'. En este caso, una crítica al libro de Sonsoles Ónega, la flamante ganadora del premio Planeta de este año. A la obra, que le ha valido a la presentadora un millón de euros y una gira por las librerías de España, la describía como «un fallido folletín» que le había dejado una «sensación de ridículo sofocante» por su «nadería». Diosito me libre de comprarme y leerme semejante tocho , que mi estantería de Ikea ya tiene sobrepeso. Ni de haberlo evitado por la crítica del crítico. Pero me dio una inmensa alegría ver que por fin un crítico hace su trabajo en este país de azucarillos.

(...) Jordi Gracia desbrozó la novela de la escritora después de haber hecho el ejercicio más honesto: habérsela leído . Y es ahí donde recae aún más el mérito. Es que habla como un lector desencantado con la obra, que es siempre lo que más duele para quien la escribe. Da detalles incluso de las páginas, de los momentos de algunos personajes y de las «aberraciones y cabriolas caprichosas» de algunas tramas. La culpa, explica, es de quien ha premiado la novela, un jurado que ha hecho dejación de funciones y una editorial que ha convertido el proceso en un fraude para quienes compran y leen a los ganadores del Planeta por costumbrismo. De ellos y de quienes jalean a diario cualquier cosa que les ponen por delante sin haberla leído, probado o por mero compromiso. Y desrecomienda el libro como estudioso de la literatura. Alguien que ha leído alguna que otra novela para modelar eso que se llama criterio.

Y a propósito de lo mismo, tanto del crítico, el premio como el editor, dice  Antonio Puente, en El Dia:

Que el Premio Planeta, apellidado «de novela», poco tiene que ver con la literatura y sí mucho con el relumbrón social y, sobre todo, comercial, se viene sabiendo desde su nacimiento, hace 71 años. En lo que le hace honor a su nombre es que se trata del bibliado galardón mejor retribuido del planeta; nada menos que un kilito, desde hace varias ediciones, esto es ¡un millón de los actuales euros!, unos cuantos de miles más que el Premio Nobel. Hasta ahí, incluso el hecho de que, por eso mismo, no es que esté dado sino encargado de antemano, todo cuadra.

(...) He escuchado a miembros del ‘jurado’ jactarse de la evidencia de que un Ulises de Joyce o una Rayuela de Cortázar, por ejemplo, nunca habrían ganado el Planeta. Pero la cuestión es más radical: casi nadie de sus más prestigios@s ganadores y ganadoras (Mercedes Salisachs, Ana María Matute, Javier Cercas, Jorge Semprún, Terenci Moix, Eduardo Mendoza, Torrente Ballester, Ramón J. Sender, Juan Marsé, Vázquez Montalbán, etc.) lo habría obtenido con sus otros libros, sin la pertinente rebaja a la carta. El Planeta siempre ha sido, en definitiva, un formidable medidor de los avatares y simulacros de las tendencias narrativas mayoritarias; un barómetro del comportamiento de la creciente avalancha de escribientes o escribas, por lo general falsos escritores, digamos, que hacen como que escriben, para falsos lectores, que hacen como que leen. La cuestión es que antaño las formas y modales se solapaban más y mejor, y había unos mínimos en la dialéctica de la calidad y la no calidad. En las últimas ediciones se dan tumbos experimentales, desde una firma de mujer por un triunvirato de hombres hasta el fichaje de dos pesos pesados como Javier Cercas y Manuel Vilas para una misma edición, con tal de retenerlos en la propia cuadra.

El premio tiene una historia controvertida, y parece ser que así continúa.

sábado, noviembre 18, 2023

El enemigo en casa


Jorge Fernández Díaz , en La Nación y Zenda, a propósito de las inminentes elecciones de segunda vuelta en Argentina, y de las profundas raíces del desastre actual:

 Un escritor lúcido, que es un viejo amigo, me dijo hace unos días: “Tengo un divorcio emocional con la sociedad; no puedo referirme a ella sin insultarla”. Con esa frase dolorida y políticamente incorrecta daba por cancelada cualquier intervención pública, y asumía una especie de exilio interior. Interesa el sentimiento no solo por su carácter lacerante, sino porque pone en palabras el vasto desencanto de muchos argentinos que quieren entrañablemente a la Argentina y no pueden ser indolentes frente a su descomunal descomposición, ni cínicos o irresponsables frente a un dilema electoral entre dos esperpentos. (...)
Fue Diego Cabot quien explicó, sin embargo, más integralmente el problema: gran parte de la sociedad ya no puede hacer frente a la nafta, la electricidad, el gas, el agua corriente, el tren y el colectivo. Veinte años de populismo estadocéntrico han pauperizado al país, pero han generado a su vez una dependencia de feudo provincial y, sobre todo, una corrupción mental que ha penetrado en amplios sectores sociales, incluso los más alejados del voto peronista. Todos nos hemos acostumbrado a vivir por encima de nuestras posibilidades, y están a punto de cortarnos la tarjeta. Que la mentira y el circo continúen es un acto de negación. El acto de un adicto perdido que no quiere curarse. Es por eso que un hechicero peronista hace unos trucos de mago infantil y ya convence a cualquiera. La última gracia que escuché es que debíamos votar a Massa para que no ganara la derecha. Humor pesado. Es que un gobierno no peronista cuando fracasa lo hace para siempre; en cambio una administración justicialista puede destruir una y otra vez el país, y seguir obteniendo el favor de las mayorías: se equivocó en esta ocasión, pero seguro que acierta en la próxima. Una parte muy importante de la sociedad —incluida una vez más aquella que no se considera simpatizante de Perón— está inconscientemente peronizada y es refractaria a los datos y las pruebas. Ahora mismo, por ejemplo, naturaliza la calamitosa mala praxis del ministro de Economía y está dispuesta a creerle que no conformará un quinto gobierno kirchnerista; para ello, se ha autoconvencido nuevamente de que Cristina Kirchner se jubilará y no condicionará una eventual gestión de Massa ni entablará con él una verdadera batalla campal cuando éste quiera hacer las cosas a su manera y limar, como haría desde el minuto cero, al caballo del comisario: Axel Kicillof, el preferido de la arquitecta egipcia. El autoengaño sigue funcionando a pleno, porque el “pueblo” piensa que el ilusionista encontrará el milagro, el atajo para evitar la jeringa, y porque sus sectores dominantes —empresarios, sindicalistas, gerentes de la pobreza y pequeñoburgueses de mentalidad trucha— se han aclimatado a la mediocridad y al estilo mafia, y porque el camino de la recuperación argenta les resulta muy arduo. Da mucha pereza cambiar, que siga entonces el baile de máscaras. Millones resisten con los dientes apretados esa inercia, convertida en idiosincrasia tóxica, pero está visto que no son suficientes. Otros bajan los brazos y eligen el lacerante divorcio emocional.

Más de setenta años, si contáramos desde  el ascenso a la Secretaría de Trabajo de Perón, no dan lugar a equivocaciones. Si Argentina está así, es porque es lo que la sociedad argentina prefiere. Todo un universo de conceptos, una mitología consolidada, consecuente hasta la destrucción como sociedad. Todo alrededor de Argentina cambia, Argentina persiste.

Pero un poco más: ¿no observa usted similitudes en la sociedad española? ¿qué es lo que se discute hoy en España? ¿no teme usted que la indiferencia frente a lo que hoy vemos, conduzca a una sociedad a la argentina?

La fotografía, en ¿24matins.es, perfil.com, gestion.pe? No logro fijarlo. Posiblemente, "Los dos candidatos presidenciales de Argentina, Sergio Massa (I) y Javier Milei (D) © JUAN MABROMATA, Luis ROBAYO / AFP"


lunes, noviembre 13, 2023

De periodistas y lectores

 


Dice Pedro Simón, en un reportaje de Jesús Fernández Úbeda, para Zenda:

—Cita a García-Planas al comienzo de Las malas notas: “Un reportero es como un taxista porque es alguien que te lleva de viaje”. ¿Ha menguado en los periódicos la oferta de viajes?

—Sí. Esto lo dijo Felipe González en su época: hace tiempo que el poder económico embridó el poder político, y creo que el poder político ha embridado al poder periodístico. Es una especie de juego de muñecas rusas, ¿no? Sobre todo, a raíz de la última crisis grande, la provocada por la quiebra de Lehman Brothers. Ahí noté que se le escapó independencia a los periódicos. De tal modo, lo que más importa en los medios, lo más hegemónico, es lo que tiene que ver con el poder. Ahora, más que nunca. Así, los reportajes que tienen más que ver con las periferias y lo humano se han ido arrinconando. No me quejo, mi periódico se sigue gastando dinero en mandarme a sitios. Pero no es lo habitual. Lo habitual es que tiremos con una tecnología de puta madre que hace que ahora mismo podamos ver lo que ocurre, por ejemplo, en Gaza. Y lo que más me espanta es que tenga la gente el rostro de firmar eso desde Madrid, con su nombre y sus apellidos. Eso me desagrada bastante y es un fenómeno reciente, de hace cinco o seis años. Esto no pasaba ni hace diez, ni quince, ni veinte ni treinta años, esta cosa de refritar teletipos sin citar y poniendo tu nombre. Supongo que es un fenómeno que tiene que ver con recortar costes.

—“La oruga no termina de hacerse mariposa”, como dice Raúl del Pozo, pero, ¿hasta qué punto es responsable el lector, el oyente, el telespectador? ¿Acaso no se le habla en necio al vulgo porque lo paga?

—El que manda es el público. Tu pregunta me lleva a la siguiente reflexión: parte del tinglado se empezó a joder cuando cambiamos a los lectores por los clientes. Además, son clientes de pistolita en la sobaquera que dicen: “Yo pago y tú vas a decir lo que yo digo que tienes que decir”. Eso es muy fascista y muy cabrón y lo detecto en los medios. El tipo que entra en la cantina, como en un western, y dice: “Yo la tengo más grande que nadie y tú vas a hacer lo que yo diga. Porque, forastero, no hay hueco para los dos en este periódico”. Ahí se empezó a joder el tinglado, cuando perdimos al lector y ganamos un cliente que quiere refrendar su propio prejuicio, al que la verdad le importa poco, que quiere decir que los suyos son cojonudos y los otros muy malos. Que los buenos son los tigres y que hay que acabar con los leones. En ese juego de trincheras, el periodismo se diluye, se convierte en algo viscoso, en algo tóxico, en un ecosistema poco respirable. Esto lo noto cada vez más. Además, la gente joven que entra, entra más engorilada.

—¿Sí?

—Entra más dispuesta a hacer reportajes como el que es un soldado. “¿Qué tengo que hacer, mi general?”.

—Usted se refiere al “neolector”, un tipo que “no lee, patrulla”; “no opina, dicta sentencia”; “no simpatiza, milita”.

—Y un tipo que te amenaza de muerte. A mí me han amenazado de muerte. Detesto los comentarios de los lectores en los periódicos. Acabaría con ellos, radicalmente. De hecho, un montón de periódicos europeos ya han quitado los comentarios de los lectores. Porque un comentario del lector equivale a meter a alguien en el salón de tu casa y, la mayoría de las veces, si no hay un control, dejar que te arranquen las cortinas, te pinten las paredes y te orinen en el sofá. Todo eso lo puedes hacer, pero en tu casa, no en la mía. Lo único que hace eso es arañar la marca del periódico. Cuando Carlos Fresneda sacó el libro de su hijo, Querido Alberto… Su hijo falleció atropellado mientras hacía un grafiti en Inglaterra, a los veintipocos años. Manu Llorente le hizo una entrevista cojonuda en el periódico. Hablaba un padre que se dirige a su hijo muerto, grafitero, atropellado en Inglaterra. Y uno de los primeros comentarios que había en aquella entrevista, decía: “Ojalá, en vez de escribir este libro, hubieses educado mejor a tu hijo”. Otro comentario era: “No llames a tu hijo artista, llámale guarro”. Otro día, en una entrevista a Zapatero en agosto, el comentario número siete decía: “Hay que empalar a Zapatero”.

domingo, noviembre 12, 2023

En el borde

 Hoy, día de protestas en toda España, después de la presentación parcial de los acuerdos entre PSOE y el nacionalismo catalán. La enumeración de los acuerdos ha desatado una justificada ola de rechazo: independencia fiscal, promesa de indemnización de decenas de miles de millones de euros. olvido de todas las condenas relacionadas con la declaración unilateral de independencia de 2017, repulsa de los jueces que hubieran obrado en contra de esta independencia, declaración abierta de que reintentarán la independencia. El conocimiento todavía parcial de las medidas pactadas ha puesto a todo el mundo en alerta.

Y sin embargo, no todos lo ven así. No sólo los dirigentes socialistas, que callan y aplauden las negociaciones de su líder, y que deberán votar cada una de estas medidas, revelando que lo que ayer era irrenunciable, hoy se negocia y concede a la luz del día. Estos diputados votarían blanco y luego negro, si hiciera falta, si eso significa mantener una posición de poder. Larga experiencia demuestra que esto será así, y quizá sólo ante una catástrofe inaudita cederían en la lógica del político de partido.

Lo que me sorprende y asombra es observar que existe una parte de la sociedad que sigue tras el PSOE, y que matiza y rebaja el riesgo corrido en esta negociación; que antepone su posición de partido, que considera que "mejor esto que el fascismo del PP", asimilando al resto de la sociedad que no vota a su querido partido con una masa de extremistas de derecha. Lo que me asombra es que son las mismas personas que en 2017 aprobaron las medidas de rechazo a la declaración de independencia. Lo que me asombra es que la minoría nacionalista, racista y sectaria que no permite educar en castellano, sea considerada merecedora de "otra oportunidad", y que se deben hacer esfuerzos de concordia. Esfuerzos que estarían de un solo lado, ya que los nacionalistas no han bajado una letra de su discurso ofensivo.

¿No ven que este es el camino de Argentina y Venezuela? ¿No ven a dónde van, a dónde vamos?

miércoles, noviembre 01, 2023

China y guerra civil


Yu Hua nació en 1960. Cuando tenía aproximadamente seis años, se desató la Revolución Cultural en China. Toda su escuela primaria transcurrió bajo esa presencia, que lo involucró directamente, y a través de su propia familia: su padre, médico, fue acusado de "seguidor del camino capitalista", perseguido, golpeado, apresado, a pesar de haber cuidado su exposición en un mundo en que se había desatado una guerra de todos contra todos. Yu Hua es un puente entre la China contemporánea y la China de Mao: en la primaria se convirtió en guardia rojo, como su hermano mayor, o como casi todos sus compañeros de escuela. Sus recuerdos son de salidas diarias a escribir dazibaos, de persecuciones y acusaciones a maestros, padres de estudiantes, gentes sencillas de su barrio o del campo. En sus palabras oscila entre el reconocimiento de que ese fue un largo período de desastre, y la nostalgia por la pérdida de una cultura más igualitaria. En su libro "China en diez palabras" se desliza entre un recuerdo nostálgico y de adhesión a Mao, y el reconocimiento de la cruda realidad de un país arrojado a la lucha entre bandas y la persecución a muerte de quien no pensara igual. Hay, por ejemplo, un comentario sobre una niña pequeña, que llevó a su escuela la foto de Mao plegada de tal forma, que al abrirla parecía quedar una cruz marcada en la frente de Mao Zedong.Esto desató su persecución, no sólo de sus compañeritos, sino de sus maestros. 

Al fin del capítulo dedicado a la palabra "revolución", cuenta una anécdota sucedida en 1973, cuando todavía faltaba tiempo para la implosión de la guerra civil. Al borde de su paso a la educación media, él junto con algunos compañeros decidieron visitar la escuela media en que continuarían su educación, en el convencimiento que en ese estadio de su educación, se aceptaría cualquier arbitrariedad de los jóvenes. Esto es lo que describe:

(...) Y con esa motivación cruzamos aquella mañana de finales de primavera de 1973 el puente recién construido y entramos en el recinto del Instituto de Educación Secundaria Haiyan. Atravesamos la cancha de baloncesto, repleta de chavales jugando, y luego el patio, lleno de estudiantes tumbados sobre la hierba, charlando relajadamente entre ellos. Cuando pasamos por delante de los edificios de aulas, casi no quedaba una ventana en la que no hubiera estudiantes sentados. Oímos que alguien nos llamaba por nuestros nombres. Era un chico que vivía en nuestra calle, un año mayor, y que estaba ahora en primero de secundaria. Desde el alféizar que ocupaba, nos hizo una señal para que nos acercáramos.

-¿No tenéis clase? -le preguntamos.

-Sí -asintió con la cabeza-, justo ahora estamos en plena clase.

Estiró un brazo y no ayudó a subir uno a uno. Nos distribuyó entre el hueco que quedaba en la ventana y los pupitres y, así sentados, nos presentó  a los compañeros que tenía al lado.

Aquello superaba todas nuestras expectativas. Había un gran alboroto en el aula: estudiantes sentados encima de los pupitres, otros que entraban y salían y algunos que se insultaban de mesa a mesa con pinta de liarse a puñetazos en cualquier momento. En la tarima, un profesor escribía problemas de física en la pizarra mientras explicaba en voz alta algo a lo que ni uno solo de sus alumnos prestaba atención. 

La escena nos dejó patidifusos. Señalando al profesor. le preguntamos con mucha discreción a nuestro amigo:

-¿A quién le está dando la clase?

-A sí mismo.

No pudimos evitar reírnos al oír su respuesta.

-¿No le tenéis miedo?

-¿A quién, a él? -dijo soltando una carcajada-. ¡Que estamos en el instituto. no en la escuela de primaria!

Acto seguido, rebuscó en el cajón, sacó un trozo de tiza y lo lanzó contra el profesor. Éste se percató de que volaba hacia él, dió un paso para apartarse y continuó instruyéndose a sí mismo en las leyes de la física como si nada.

¿Qué es la revolución? Finalmente ahí teníamos la respuesta.

La foto, en Wikipedia. (By China News Service, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=137076447)