Si bien el mundo contemporáneo es y será interconectado y multinacional, la diferencia entre países dueños de su futuro y las simples factorías, es la acción de sus dirigentes. Emilia Subiza, para La Nación, reseña el estado de la empresa en Argentina, que muestra un presente poco prometedor desde este punto de vista:
Hace 200 años la Argentina inició el camino de la independencia, que fue finalmente declarada seis años después en Tucumán. En el marco de los festejos por el Bicentenario, LA NACION se propone reflexionar sobre cuán dependiente es hoy la economía argentina del exterior, en función de variables como el comercio, la inversión, la deuda y la titularidad de las principales empresas.
En 2009, la balanza de pagos arrojó un superávit comercial de US$ 18.621 millones, lo que implica que el país exportó más de lo que importó de afuera. De las 200 empresas que más facturan en la Argentina, 128 están en manos extranjeras. Mientras que la inversión externa directa del último año representó sólo el 7,7% del total de inversiones. Con respecto a la deuda, actualmente el 34% está en manos del Estado; el resto se divide entre tenedores locales y extranjeros.
"No somos más o menos dependientes; dependemos del exterior de una forma distinta. Hoy la Argentina es mucho más abierta que en los años 90 y en las cinco décadas previas; estamos en sintonía con el mundo", dice Bernardo Kosacoff, el director de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal) de Naciones Unidas.
Kosacoff explica que el superávit comercial hace que la Argentina ya no sufra el problema de disponibilidad de divisas, como se dio desde 1930 hasta el inicio del nuevo milenio. No obstante, señala que se depende del exterior en las importaciones, que hoy son necesarias para darle un mayor valor agregado a los bienes.
En 2009, las importaciones de mercancías totalizaron US$ 37.130 millones, siendo los bienes de capital e intermedios necesarios para la producción nacional, los de mayor peso. El saldo comercial de 2009 representa el 5,5% del PBI, con un fuerte peso de las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario e industrial. Al comienzo del milenio, en los años 2000 y 2001, el superávit representaba apenas el 0,4% y 2,3% del PBI, respectivamente, según datos de la consultora Abeceb.com. En los últimos 20 años fue en 2002 y 2003 cuando el saldo comercial tuvo más peso sobre el PBI: 17% y 12,4%, respectivamente.
Pero para el especialista en Comercio Exterior de la Fundación Standard Bank, Félix Peña, la vinculación de la Argentina con el mundo hay que analizarla teniendo en cuenta el crecimiento de la población urbana esperada para 2025. "Podemos seguir siendo el granero del mundo o convertirnos en la góndola para llegar al exterior con productos que proporciones creatividad y valor agregado".
Para él, la cuestión clave a futuro es cuánto se va a necesitar importar por cada dólar de producción industrial. Convertirnos en la góndola implicaría un aumento significativo de las importaciones para lograr la modernización necesaria para elevar el componente de tecnología y valor agregado a las exportaciones. Esto, indefectiblemente, reducirá el superávit comercial.
Hoy, la balanza de servicios ya muestra déficit por US$ 758 millones. Los viajes de argentinos en el exterior es el rubro de más peso, seguido por transportes. La exportación de servicios argentinos recibe los mayores aportes del turismo receptivo y de los servicios empresariales, profesionales y técnicos.
Los tiempos cambianEl concepto de independencia económica tuvo distintas acepciones a lo largo de la historia. El investigador del Conicet, Andrés Regalsky, cuenta que empezó a circular en la Argentina luego del Centenario (1910) como crítica al modelo agroexportador. Planteaba, por un lado, la diversificación económica y también cuestionaba los términos de relación con el capital extranjero.
En 1810 y los albores de la Revolución de Mayo, entretanto, el concepto de independencia económica estaba vinculado a la relación directa con las grandes potencias, ya definitivamente, sin la intermediación de España. Mientras que, en la actualidad, Regalsky dice que se asocia más al grado de protección y vulnerabilidad frente a las crisis.
De las 500 empresas más grandes de la Argentina (no financieras), el 66% (330) son de capital extranjero, según el último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) en 2009 sobre la base de datos de 2007. Entonces, éstas representaron además el 83,8% del valor agregado de producción y el 90,2% de las utilidades. Sin embargo, con respecto al empleo hay que destacar las empresas nacionales, que suman el 33% (170) del total, generaron el 37,1% de los puestos de trabajo.
"Tenemos una economía abierta con las empresas transnacionales actuando como agentes fundamentales de la producción de bienes y servicios", dice Kosacoff. Y destaca que la "novedad" del nuevo milenio son las "brasileñas multilatinas" [por las grandes empresas brasileñas que tienen presencia regional], que compraron compañías argentinas como frigoríficos, siderúrgicas, curtiembres y cementeras.
Para el director de la Cepal hay que mejorar la calidad de participación de las empresas transnacionales para que cambie el patrón de especialización hacia bienes más complejos. "Las principales empresas del mundo están en la Argentina, el desafío es que tengan un aporte sustantivo de calidad", opina.
Por rubros, las empresas de capital extranjero se agrupan fundamentalmente en la industria manufacturera y también en alimentos y combustibles. En minas y canteras se da la mayor relación entre cantidad de empresas con capital extranjero respecto de aquellas con capital nacional, con un ratio de 34 versus sólo cinco compañías locales.
El diputado de Proyecto Sur Claudio Lozano opina que la titularidad de las empresas influye en la dependencia del exterior pero no es lo único. Para él, la independencia tiene que ver con la capacidad de decisión nacional sobre el rumbo de la economía y el perfil productivo.
"Hoy la Argentina depende absolutamente del exterior, porque la capacidad de decidir sobre los recursos naturales que generan renta extraordinaria está en manos extranjeras", señala el diputado de Proyecto Sur, y explica que si el Estado controlara recursos como la minería, la tierra y la pesca, podría financiarse con estas rentas para su propio desarrollo.
Sobre la base de un estudio de la cúpula empresaria que coordinó Lozano, se observa que de las 200 empresas que más facturan en la Argentina, 128 son extranjeras, 58 son locales, 7 son estatales y 7 son asociaciones entre grupos argentinos y capitales extranjeros. El estudio también señala que se evidencia un crecimiento sostenido de la extranjerización, que en 1997 representaba el 64,3% de las ventas; en 2005, el 75,8%, y en 2007, el 77,3 por ciento. Aunque en número se mantienen estables en los últimos años, la participación en el monto de facturación se expandió considerablemente.
Un esquema arraigadoKosacoff explica que las transnacionales tienen una presencia estructural en la economía argentina. Y aunque hubo freno en los flujos de inversión, no pasó lo mismo en el stock. De acuerdo con los datos del Indec, en 2009 las multinacionales giraron al exterior US$ 8109 millones, de los cuales se reinvirtieron US$ 3090 millones.
En 2009, la inversión extranjera directa fue de US$ 4900 millones, lo que representó un 7,7% de la inversión total (US$63.000 millones), según datos del Estudio Orlando Ferreres & Asociados.
Entre los años 1994 y 2000, durante el apogeo y el final de la convertibilidad, la inversión externa directa en la Argentina fue de US$ 355.000 millones, y representó el 19% del total de inversiones. En el período comprendido entre 2004 y 2009, los años del kirchnerismo, la inversión externa directa fue de US$ 36.000 millones, un 11% de la inversión total que fue de US$ 316.000 millones.
En un mundo globalizado como el actual, la independencia económica también se basa en las relaciones. El economista de la Universidad del CEMA, Jorge Avila, opina que la relación con otros países contribuye al enriquecimiento de las naciones e incluye cuestiones estratégicas como el comercio bilateral. Para él, la independencia se mide en función de tres variables: PBI, ingreso por habitante y población.
El historiador de la Universidad Nacional de Tres de Febrero Eduardo Jozami comenta: "En un mundo tan fuertemente integrado, la independencia económica no puede concebirse actualmente sino en el marco de una asociación estrecha entre los países latinoamericanos".