sábado, enero 31, 2009

Lo que no se ve, no existe

Alfons Quintá, de El Confidencial, publica para España lo que Pierre-Antoine Delhommais escribe para Le Monde; una nota no comentada por nadie (...en España los debates reales, tan necesarios y urgentes, son tapados con lo que sea. En cuanto a las visiones que se dan fueran -o si se prefiere dentro de nuestra Europa común- aquí funcionan mecanismos sutiles, y para algunos incomprensibles, de ocultamiento -dice Quintá).
En resumen, según Delhommais,
“En España la fiesta ha terminado”, afirmaba, para concluir: “Es a Berlin a donde se deberá ir para aprovechar la movida, no a Madrid”. Y del dicho al hecho: el jueves el Financial Times destacaba que “el número de turistas extranjeros viajando a España ha caído un porcentaje anual del 2,8 por ciento, en 2008, añadiendo que “este año puede ser todavía peor.”
Refiriéndose esencialmente a España, Le Monde era casi cruel. “Las empresas -escribía Delhommais- manipulaban sus cuentas, los bancos aceptaban riesgos desmesurados, los gestores estafaban a sus clientes, las autoridades de control, que no controlaban nada en absoluto”.
El rotativo galo agrega: “España edificaba cada año tantas casas como Alemania, el Reino Unido y Francia reunidos. En España, se ha edificado enormemente desde hace quince años. Pero, de hecho, no se ha construido nada de sólido respecto al futuro. La productividad es una de las más bajas de Europa, la enseñanza una de las menos eficaces, con un índice de abandono escolar, antes de los 16 años, de cerca del 30 por ciento, un récord en los países industrializados. Su mercado de trabajo es aún más rígido que el francés (…) Su retraso tecnológico es inmenso, con gastos en I más D que superan muy justo el uno por ciento de su PIB, contra 2,5 en Alemania y 3,9 en Suecia. Finalmente, su falta de competitividad se traduce en un déficit por cuenta corriente cercano al 10 por ciento. En otros tiempos, un desequilibrio así habría sido sancionado con una devaluación de la peseta. Pero, protegida por la moneda única, España, rentista del euro, ha podido escapar al desastre monetario”. Por todo ello, Le Monde diagnostica que España está “condenada a la estagnación (es decir a un estancamiento prolongado de difícil superación sin ayuda externa) quizás no eterna, pero duradera”.
Quintá desea, o espera, una nueva "generación del 98". Sin embargo, por ahora lo que hay a mano es un teledramón con espionaje incluído, sin debate abierto de ninguna clase, como si estuviéramos en el mejor de los mundos.

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