lunes, noviembre 03, 2008

Despedida de China

Rafael Poch, corresponsal de La Vanguardia en China, se muda a Berlín. En su nota de despedida publica una conferencia dada en octubre en Madrid, una de las mejores interpretaciones que aportara entre sus notas. De lo que publicara, que debe leer, un párrafo:
En contraposición a los mitos y espejismos de su "crecimiento/amenaza", veo tres aspectos de la civilización china y del sistema chino de gran actualidad en el contexto de la crisis global y con cierto potencial alternativo.

- En primer lugar la no responsabilidad china en el invento fallido de la civilización industrial / capitalista que nos ha llevado al Antropoceno.

- En segundo lugar el reconocimiento oficial de la profunda imperfección y necesidad de cambio y mejora, que el sistema chino pone en la misma base de su discurso. Casi toda la critica occidental al sistema chino, incluida la crítica en materia de derechos humanos, es reconocida por China. En el sistema chino, la centralización política es compatible con mecanismos de toma de decisiones bastante colectivos y asesorados, como saben quienes conocen este país. Ese reconocimiento de imperfección y esa asesorada, y relativamente colectiva, toma de decisiones, no tienen nada que ver con lo habitual en las dictaduras, ni tampoco con el discurso de tantas democracias occidentales que se consideran esencialmente perfectas, o, como se dice, los "sistemas menos malos posibles", una manera elegante de afirmar la misma perfección. El sistema chino, un despotismo benevolente es una dictadura, pero al mismo tiempo el reconocimiento oficial de su imperfección le confiere una perspectiva de sistema abierto sumamente interesante en el gran contexto actual.

-En tercer lugar está la longeva tradición política china de dos mil años, la más antigua del mundo. Es como si el Imperio Romano o el Egipto Ptolomeico se mantuvieran hoy en repúblicas herederas, cuyos dirigentes fueran eslabones de aquellas mismas milenarias cadenas. Eso caracteriza a los chinos como especialistas en sobrevivir, una cualidad de gran actualidad para nuestro mundo que nos obliga a observarlos y criticarlos con seriedad y liberados de los necios prejuicios que se desprenden del espejo europeo. Es así como llegamos a la metáfora de la mujer embarazada, casi una parábola de la que podemos extraer algún tipo de enseñanza moral.
Lamentaremos la pérdida de sus observaciones agudas, irreemplazables, sobre China. La vieja Europa no será lo mismo.

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