En cuatro días, este domingo, podremos decir lo que pensamos de nuestro gobierno valenciano, y ojalá sea un plebiscito sobre la coalición que nos rige desde hace ocho años, un voto de repudio. Ojalá sea el último paso de un gobierno fundamentalmente aliado del nacionalismo catalán, seguidor vergonzante de las políticas separatistas, y de las directivas discriminatorias de más de la mitad de la población de la comunidad. Gracias al señor Ribó, Compromis y el silencio o colaboración del PSOE, el puerto de Valencia sigue esperando las mejoras que lo conviertan en el puerto más importante del comercio en el Mediterráneo español; gracias al señor Ribó no competimos por obtener la copa América, que sí pujó Barcelona; gracias a los consejeros de Cultura estamos derivando a la discriminación idiomática que hoy reina en Cataluña tanto en la enseñanza a todo nivel, como en la atención al público en las instituciones; gracias al señor Ximo Puig el campo se queda sin agua, incapaz de defender a su comunidad ante el gobierno nacional; gracias al señor Grezzi es imposible transitar por Valencia, salvo que usted sea un deportista en bicicleta: una población envejecida es impulsada a quedarse en casa, porque debe esperar 20 minutos un autobús, y luego tomar otro para alcanzar el punto al que vaya. Gracias a los consejeros de Salud, nos quedamos sin hospitales y clínicas privadas que atiendan lo que Sanidad no puede atender, y gracias a ellos se ponen camas en las salas de espera, y aguantamos meses para ser atendidos por un especialista.
Pero más allá de la torpeza y sectarismo de nuestros gobernantes, probablemente el mayor impacto de su administración ha sido uno de larga duración: el acercarnos a las políticas divisionistas y separatistas de sus socios y amigos nacionalistas de Cataluña. Ojalá hasta aquí lleguen, y no más.
¿Estos años estuvo todo mal? No, un logro económico fue obtener la sede de la planta de baterías de Volkswagen, recordando que se materializó con la oposición de los minoritarios de la coalición; promover la radicación de nuevas empresas de tecnología, sin dejar de recordar que una buena parte de esa iniciativa vino de empresas privadas. Incluso las directivas de regulación de la circulación en la ciudad tienen una cara positiva, si nos olvidamos del impacto que tiene en las personas condenadas a usar el transporte público.
¿Cómo pesarán los pro y los contras los votantes? el domingo lo sabremos.
A todos ustedes, gracias, y ojalá sea el último día.
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