El mito revela una pugna tan antigua como la civilización, por el control del conocimiento: también Adán y Eva son castigados por comer del árbol de la ciencia del bien y el mal, y expulsados del paraíso. Desobediencia de Prometeo y Adan y Eva, castigo por saber. Han pasado los siglos, pero esta intención por controlar el conocimiento y sus consecuencias persiste. La sociedad contemporánea ha desarrollado herramientas de comunicación de alcance cada vez mayor, que facilitan más y más ese conocimiento amenazador para quienes desearían tener las sociedades bajo control: radio y televisión representaron un cambio de escala de difusión; telefonía móvil e Internet se han convertido en molestias incómodas, y según quien lo mire, verdaderas amenazas a proscribir: lo ve así China, Irán, por tomar casos extremos, pero también este temor subyace en otras iniciativas, entre quienes dicen sostener la democracia, pero siempre y cuando todo esté "atado, y bien atado". Múltiples iniciativas, sostenidas en la necesidad de combatir el uso ilegal de los medios de comunicación, se proponen establecer un cerco rígido a la libertad de expresarse y conocer. No se trata simplemente de la defensa de derechos de autor, que requiere una discusión por separado, sino de coartar la libertad de expresión y reunión, y el derecho al conocimiento. Peor aún, las distintas "primaveras" vividas durante 2011, han demostrado que los mismos argumentos y métodos sugeridos como soporte a la persecusión de infracciones a los derechos de autor, han sido utilizados para censurar opositores políticos.
La iniciativa norteamericana conocida como SOPA (Stop Online Piracy Act) está provocando una gran discusión sobre libertades en el propio país, pero dado su alcance, debería ser también una preocupación fuera de su territorio, ya que pretende ser universal, y puede generar también respuestas universales. Sin olvidar la española Ley Sinde, la ley francesa o los proyectos en espera en Argentina (1, 2, 3).
Es fundamental no perder de vista el centro del problema: un autor tiene indudablemente derecho a ser retribuído por su obra: pero, ¿por cuánto tiempo, cuántas generaciones? ¿es lo mismo una corporación que un autor? ¿cuál es el límite de difusión del conocimiento? ¿puede una corporación perseguir "a muerte" (cinco años de prisión por copiar seis piezas) a un lector/oyente/expectador? Y finalmente: cómo justificar en la propiedad intelectual la escalada de recorte de derechos en Internet?
Cerrando el tema hoy, lo que dice Kevin Kelly sobre la extensión de derechos, y su uso por las corporaciones:
The natural home for ideas and creations is in the commonwealth, the public domain. We cleverly give the creators of ideas and art and inventions a temporary monopoly for their creations outside of the commonwealth in order to encourage them to make more new things. That is good. For a while that temporary period in the US was 58 years after the work was created for copyright and 17 years for patents.
Unfortunately, as creators became corporations, they have lobbied for laws (and financially supported the elections of lawmakers) that have extended the "temporary" period till it is in effect, unlimited for copyright.
That means that many works of film, literature, and music that ordinarily would have gone into the public domain this year (ones finished by 1955) will not. This page http://www.law.duke.edu/cspd/publicdomainday/2012/pre-1976 lists some of the 1955 works that are not going public: Lady and the Tramp; To Catch a Thief, The End of Eternity, etc.
It is in the interest of culture to have a large and dynamic public domain. The greatest classics of Disney were all based on stories in the public domain, and Walt Disney showed how public domain ideas and characters could be leveraged by others to bring enjoyment and money. But ironically, after Walt died, the Disney corporation became the major backer of the extended copyright laws, in order to keep the very few original ideas they had — like Mickey Mouse — from going into the public domain. Also ironically, just as Disney was smothering the public domain, their own great fortunes waned because they were strangling the main source of their own creativity, which was public domain material. They were unable to generate their own new material, so they had to buy Pixar.
A tragedy of the commons occurs when members behave selfishly and deny the commons what is due. As Disney shows, when members keep their creations out of the common pool for others to exploit, their gain is only short lived. Mickey Mouse, Superman, and eventually Darth Vader and Luke Skywalker all belong in the commons. The world will be a better place when they are.
We should repeal unreasonable intellectual property laws, to keep the incentives for a period no longer than the life of its creators (how can you be invented if you are dead?). But in the meantime, imagine what the creative public could do with these works, and weep — because nothing like that will happen for a very long time.
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