jueves, abril 19, 2007

Tecnología nuclear argentina a Australia

Este 20 de abril se inauguró el reactor nuclear construído llave en mano por la empresa estatal argentina INVAP en Sydney, Australia. Luego de algunos años de retraso por trámite parlamentario, el reactor está entregado. Se trata de un hecho importante no sólo por su monto (200 millones de dólares), o por el hecho de representar la venta de conocimiento avanzado, o por los conflictos que representa negociar energía nuclear desde un país periférico, sino porque muestra los beneficios de la continuidad de las políticas en un área de desarrollo. Dos o tres palabras sobre cada uno de estos aspectos:
  • El monto de la operación: Un ingreso de 200 millones de dólares por un proyecto de larga duración representa quizá poco para los países desarrollados, pero mucho para un país que trata de crecer. Sería deseable colocar más y más variados cada año, de múltiples empresas. En este caso, el monto debe considerarse en el tiempo: iniciadas las conversaciones en el año 2000, median siete años hasta su entrega. ¿Cuántos proyectos es capaz de encarar la empresa simultáneamente?¿Qué carga financiera le puede haber representado?
  • La venta de conocimiento avanzado: a pesar de haber pasado la peor crisis de su historia moderna, mucho de la estructura industrial argentina aún sobrevive, y puede promover su recuperación. Argentina tiene historia de participación en grandes proyectos de ingeniería, que pueden representar un gran valor añadido: la venta de conocimiento especializado. Este es el caso más reciente, continuidad del uso de recursos que se han salvado. India, retrasada en el desarrollo de su industria manufacturera, de todas formas ha explotado con excelentes resultados, la venta de trabajo basado en conocimiento, en áreas de tecnología informática, biotecnología, y otros. Los beneficios directos no son masivos, pero su peso en el producto del país se hace sentir, y genera de todas formas una mejora progresiva de un país que hace treinta años sólo era conocido por el número de muertes por hambre. ¿Se entiende? Argentina probablemente no tendrá una industria de acero de primera magnitud, y buena parte de su industria ha pasado a ser proveedora de terminales brasileras; pero el conocimiento requiere menos inversión que una acería probablemente, y el país tiene cien años de acumulación de conocimiento e investigación. Mejores esfuerzos y más orientados en áreas donde puede hacer diferencia, pueden darle beneficios que hoy en general son heróicos emprendimientos personales.
  • El caso particular de la energía nuclear: parte importante de las demoras en la terminación de la planta están originadas en conflictos políticos internacionales producidos por la venta de establecimientos o materiales capaces de generar energía nuclear. Es muy difícil competir en un área que será cuestionado tanto por los socios, vecinos, y aliados estratégicos del país, y por organizaciones que cuestionan su proliferación. Es un área que será siempre orígen de conflictos. Aún más, es una incógnita, al menos para mí, qué planes existen para manejar la salida de actividad de las plantas (Atucha I y II) una vez que completen su vida útil. Y aún, qué medidas de contingencia existen para el caso de un fallo grave, considerando que el área en que se encuentran es cercana a densos centros poblados. El problema es declarado como conocido por la comisión, pero no estaría de más difundir detalladadmente los planes de tratamiento post mortem de las plantas, así como los planes que existan de resolución de una situación catastrófica.
  • La continuidad de políticas: hace ya alrededor de cincuenta años, los gobiernos argentinos iniciaron y mantuvieron el desarrollo de la investigación (Comisión Nacional de Energía Atómica), la preparación de especialistas (Instituto Balseiro) y el uso de la energía nuclear, pasara el gobierno que pasara. Es uno de los pocos casos de continuidad a pesar de los cambios de gobiernos y sistemas, hasta alcanzar el nivel actual de utilización de la energía para distintos usos, de los cuales el mantenimiento de centrales de energía eléctrica es el más destacable, pero no el único (fabricación de elementos del ciclo, radioisótopos, investigación medica). En fin, la capacidad de entregar plantas y reactores es el paso de nivel más alto en este desarrollo contínuo de conocimientos. Ésta característica de continuidad es la que se debiera extender a otras áreas, con la misma intensidad, en especial en el área de Tecnología Informática. Esta continuidad es la que hace que un país pequeño como Chile, haya sacado diferencias notables con toda América del Sur, en términos relativos. Si algo fuera destacable de esta noticia, es el proceso del que es la última ola. Considerando los riesgos que las usinas atómicas representan, aplicar esas políticas de manera más amplia hacia otras formas de generación de energía (eólica, donde se comienza a hacer algo en Santa Cruz, o solar), mejoraría, igualmente, la capacidad de exportar el conocimiento del desarrollo de estas alternativas.
Clarín describe INVAP: Se trata de una empresa estatal, dependiente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y de la provincia de Río Negro. Con una historia de 30 años, no recibe subsidios del Estado.
Hitos en su desarrollo fueron "la construcción del reactor de investigación de Bariloche, y los contratos ganados para los reactores de Argelia y Egipto durante el gobierno del ex presidente Raúl Alfonsín."
En 1991 INVAP estuvo a punto de quebrar cuando EE.UU. presionó y logró que Menem parara en el puerto de San Nicolás un embarque nuclear a Irán. Era por dos contratos para la construcción de una planta piloto de purificación de uranio natural y otra de fabricación de elementos combustibles. Se trataba de un negocio de casi 30 millones de dólares en total.
Después de esa suspensión, INVAP se volcó a construir satélites civiles. La bocanada de oxígeno grande le llegó en el 2000 cuando INVAP le ganó una dura licitación a AECL de Canadá, Siemens de Alemania y Technicatome de Francia por este contrato de US$ 200 millones.
Respecto a la planta australiana:
(...) Tiene una potencia de 20 megawatt y usa uranio enriquecido al 20 por ciento (ver infografía). Tiene una perfomance "un 5 por ciento superior" a los otros 250 de este tipo que existen en el mundo. No produce energía eléctrica, como Atucha I, sino que tiene múltiples aplicaciones científicas, médicas e industriales. Así, asegurará la provisión de radioisótopos, principalmente de uso médico, para Australia, Nueva Zelanda y el Sudeste de Asia. Los radioisótopos sirven, por ejemplo, para el mejoramiento de los servicios de radioterapia que usan más del 50% de los pacientes de cáncer.
Pero esa no es la gran virtud del OPAL. Así como los autos se miden por la rapidez con que alcanzan su velocidad máxima, a este tipo de reactores se los clasifica por su "flujo neutrónico". Así, el OPAL es como una Ferrari de la energía nuclear que producirá "neutrones fríos" (que se mueven a velocidades muy lentas próximas al cero absoluto) para ser usados en biología molecular.
Para obtener más noticias sobre la venta, Clarín 1, 2, La Nación, Infobae 1 , 2. Para tener una idea del estado de desarrollo de CNEA, su sitio.
Finalmente, la transcripción de la nota de Héctor Otheguy, Gerente general y CEO de Invap S.E., publicada por Clarín:
La construcción del reactor argentino para Australia abre muchas puertas para la Argentina. Por un lado, ha abierto oportunidades a otras empresas argentinas, en países donde ganamos licitaciones, contribuyendo a superar el modelo exportador de materias primas. Por otro, demuestra el nivel de científicos y técnicos argentinos para manejar una tecnología de punta.

La alta visibilidad internacional de Argentina en el área nuclear no podía venir en un mejor momento. En efecto, en los últimos años se observa el resurgimiento de la actividad nuclear en todo el mundo ante las consecuencias ya visibles del calentamiento global.

Científicos de todo el mundo concuerdan en que la generación nuclear de energía no contribuye a ese fenómeno climático perverso y que por eso se puede considerar una energía "limpia".

En ese contexto, nada más oportuno que la decisión de adoptar una estrategia clave para el desarrollo del país por parte del presidente Kirchner, al poner en marcha un Plan Nuclear que incluye: la terminación de la Central Nuclear Atucha II, la construcción del prototipo de la central nuclear de baja potencia para generación eléctrica CAREM, diseñada y patentada conjuntamente por la CNEA e INVAP, retomar los trabajos en el campo del enriquecimiento de uranio, tarea emprendida por INVAP bajo contratos con la CNEA que fueron suspendidos en 1995 y la decisión de estudiar la factibilidad de una cuarta central de potencia.

Yendo más atrás, en este campo la Argentina ha mantenido a grandes rasgos una política de Estado respecto de la investigación nuclear que no se vio en otros ámbitos de la ciencia, desgraciadamente. Desde 1950, el país invirtió en el desarrollo de la energía nuclear a través de la CNEA con importantes logros que le han generado el reconocimiento internacional por la calidad de los resultados. Desde principios de la década del 70 se impulsó a INVAP para que fuera el brazo ejecutor de la aplicación de las tecnologías desarrolladas por la CNEA, lo que permitió competir con éxito en todo el mundo y más adelante se expandió a otras áreas.

Ha adquirido prestigio internacional y está en condiciones de cumplir con su función en todas las áreas que se le han confiado hasta ahora, como la tarea del desarrollo y la construcción de radares para controlar el espacio aéreo. Estas exportaciones de bienes de alta complejidad tecnológica y valor agregado a distintos países (Australia, Egipto, Cuba, Argelia, Perú) determinan la permanencia por décadas de la marca país, ya que la ejecución exitosa de proyectos en el exterior lleva entre 5 y 10 años de gestación y luego tienen una vida útil que supera los 40 años.

Luego de tres décadas, la Empresa se ha convertido en una herramienta para el desarrollo autónomo, contribuyendo a la proyección comercial y geopolítica del país.

Toda política de Estado de desarrollo e innovación tecnológica requiere el sustento de un sistema de ciencia y tecnología de alto nivel. El Gobierno nacional se ha hecho cargo de esta realidad y ha implementado medidas que fortalecen el sistema: la Ley de Educación Nacional, el aumento de la asignación presupuestaria para Ciencia y Tecnología, el Plan Nuclear, el desarrollo propio de radares para control del espacio aéreo y de satélites de comunicación, entre otros.

En 1940, Albert Einstein dijo: "Solamente serán exitosos los pueblos que entiendan cómo generar conocimientos y cómo protegerlos, cómo buscar jóvenes que tengan capacidad de hacerlo y asegurarse que se queden en el país". El reactor OPAL es un claro ejemplo de una Argentina que sí puede y que utiliza su materia gris como elemento clave para su desarrollo autónomo.

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