sábado, abril 16, 2022

La tecnología en la guerra en Ucrania

 


El 30 de marzo, (¡tanto tiempo ya!) ZDNet publica un artículo acompañado de varias fotografías tomadas por distintos grupos de trabajadores de empresas de informática ucranianas. En un país de cuarenta  millones de habitantes, su sector tecnológico ocupa a medio millón de personas:

Ukraine has a very large tech sector. According to Bloomberg, the country boasts a quarter of a million tech professionals, many of whom provide coding services to major players like Apple, Google, Lyft, Ubisoft, Daimler, BMW, Citi, and JPMorgan, among many others. According to the trade group IT Ukraine Association, as reported in the Wall Street Journal, IT export volume, "increased 36% to $6.8 billion last year, up from $5 billion in 2020 and $4.2 billion in 2019." According to Ukrainian developer outsource firm Daxx, via research from SkillValue, Ukraine's developers rank 5th worldwide in terms of overall competence. There are also thousands of entrepreneurial companies building their own software products.

La guerra ha cambiado los planes y perspectivas de todos ellos, pero seguramente en una menor medida que a la industria o el campo, que no disponen de la flexibilidad de recursos que permite la construcción de software. Como todos lo que resisten dentro de sus ciudades, su actividad continúa en bunkers, o se ha replegado a zonas más seguras, o fuera de Ucrania. Las fotos los muestran en un entorno catastrófico, pero aguantando.

Una vez más, fuerzas poderosas en apariencia, se estancan en una guerra donde el agresor tiene enfrente una sociedad que los rechaza totalmente. Pero además, el mando ruso ha demostrado una incapacidad asombrosa, aplicando criterios militares desempolvados de la segunda guerra mundial. Todavía no se ha dicho la última palabra, y la gran diferencia en población, industria, recursos, y el soporte chino a Rusia todavía puede hacer que Ucrania sea vencida. Pero aún en ese caso, no ganarán en el ánimo y disposición de cada uno de los ucranianos, y su vida diaria sería la del invasor zarista en el siglo XIX. La guerra menos convencional que pudiéramos imaginar se está desarrollando ante nuestra vista, donde la resistencia se desarrolla  a través de redes invisibles: Internet, la telefonía, la televisión, la radio; donde las clases de los niños continúan por conexion remota, dentro y fuera de Ucrania; donde los drones producen estragos no calculados; donde un misil portátil pone fuera de combate un buque o un avión. Ante nuestros ojos está sucediendo de nuevo, y agravado, un Praga, un Budapest, episodios del siglo XX que no triunfaron frente al ejercito ruso, pero sentaron las bases de la caída soviética. Todo nuestro apoyo para Ucrania.

La fotografía, en ZDNet, de Anna Ustynova, de la empresa Headway: "Our Kyiv R&D unit settled down partly in the west of Ukraine, partly abroad. No employee was fired; instead, Headway is going to hire more Ukrainian talents and all previously sent offers were secured and already two employees have joined us since 24th February."


 

jueves, abril 14, 2022

Bill Evans en Buenos Aires

 Este año se editaron dos conciertos que diera Bill Evans en Argentina, en 1973 en Buenos Aires, y en 1979 en Buenos Aires, Rosario y San Nicolás. Dos albumes recuperados por Resonance Records con el contenido de esas dos series de presentaciones. Existe al menos otra edición anterior que se puede escuchar en Last FM y en algún momento en Spotify (1, 2), de Yellow Note Records, y es la que al menos yo he escuchado tiempo atrás. 

En la época de su visita no conocía a Evans; sólo a la generación de Parker, Mingus, Roach, Powell, a  Brubeck, Peterson. A Evans llegué muchos años después. Y hace relativamente poco me enteré de su paso por Argentina, y escuché esos dos conciertos, ejecutados con la calidad de su madurez. En marzo pasado, Santiago Giordano les dedicó una nota que recuerda las dos presentaciones. Como Giordano lo comenta, hay algo muy particular en su paso por Argentina: que para desgracia de Evans, sus visitas no podían ser más desafortunadas por el ambiente general que las rodeó. Los seis años que las separan son muchos más de los que se cuentan en el calendario, pero que se podrían definir como el momento en que comenzó todo y el momento en que todo dejó de ser como lo conocíamos. Evans, Gómez, Morell, llegaron a Buenos Aires sólo tres días después del hecho que marcó los años siguientes. Argentina vivía una breve primavera política, cultural, social, y Evans fue uno de los muchos acontecimientos de ese momento. Expectativas, proyectos, revuelo periodístico, artístico. Pero tres días antes de su llegada, el 20 de junio,  se habían producido los incidentes de Ezeiza, en el regreso de Perón a Argentina, que adelantaron el desastre que se produjo en un crescendo sangriento de varios años. No se pueden ver las fotografías de los tiroteos entre facciones sin una sensación de incredulidad, repugnancia y horror. ¿Habrá percibido Evans el ambiente enrarecido de ese momento? Probablemente no. Difícilmente en una vista de pocos días puede hacerse otra cosa que una conversación informal, un poco de turismo. Pero sin duda habrá sido así en su segundo viaje, cuando todo ya había cambiado de manera irreversible.

En 1979 Evans vino con su nuevo, reciente trio con LaBarbera y Johnson, esta vez en una pequeña gira que abarcó además de Buenos Aires, a San Nicolás y Rosario. Pero en este momento, más allá de su música, el ambiente general ya estaba lejos de expectativas, esperanzas, ilusiones y proyectos. Argentina estaba en otro mundo apagado, oscuro, receloso. Un año después, Evans moría. Argentina todavía no sabe si vive.