Desde hace meses existe un clamor de algún periodismo en contra de la "secesión" lingüistica valenciana, digamos, desde que el gobierno Popular de la Generalitat Valenciana propone la llamada Ley de Señas de Identidad. Claramente expresado desde el diario Levante, por Alfons García (la Academia Valenciana de la Lengua es contraria a la unidad de la lengua...catalana), Xavier Ribera (el valencianismo es de renegados, conversos, traidores), Juanjo García Gómez (la nueva ley es secesionista, una declaración de guerra), pero también por caso, Toni Cuquerella, en El Diario.es, maneja ese argumento, a través de su discurso (maniobra conservadora, regionalista, protaurina), o Adolf Beltrán, en El País (la nueva ley es secesionista, y dinamita el pacto lingüístico que dio origen a la AVL en 1998).
Resulta por lo menos curioso que quienes proponen la subordinación cultural, lingüistica y política a Cataluña, tilden de secesionista la intención al menos nominal de restituír importancia a instituciones que promueven la lengua valenciana. El giro dado a la política cultural por el gobierno de Alberto Fabra ha tenido la virtud de sacar a la luz la subordinación catalana de muchos propagandistas, antes que intelectuales.
Repentinamente el pacto político de 1998 ha finalizado, y sus instituciones están en cuestión: parece que veremos el fin de los académicos rentados por Valencia para trabajar por Cataluña.
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