domingo, marzo 23, 2014

Martín de Riquer

Martín de Riquer, muerto en septiembre del año pasado, recuerda que también se puede pensar en Cataluña como una parte de España. Habiendo vivido casi un siglo, ha sido actor y testigo de la evolución catalana hacia el descarrile nacionalista, participando del desarrollo de una vida cultural propia, usando y estudiando su lengua, pero haciéndolo naturalmente dentro de los matices de la sociedad española. Riquer ha sido un ejemplo de que Cataluña tendrá particularidades, pero explicadas dentro de España, como lo es la vida e historia cultural de Andalucía, Valencia o Asturias. España es la articulación y evolución de una nación única, divergiendo primero, en la descomposición romana, y confluyendo después, en un largo camino de más de dos milenios. Riquer, filólogo e historiador de la literatura española, desarrolló una gran obra especialmente acerca del medioevo literario, una labor que, simplemente desentrañando raíces y asociaciones, pone sobre la mesa los puntos comunes nacionales, si de nación se pudiera hablar en el medioevo.
Ejemplos de su visión pueden encontrarse en sus estudios del Quijote, las "leyendas catalanas", o el Tirant Lo Blanch.
Su versión comentada del Quijote está probablemente entre las mejores presentaciones de la novela, aclarando su contexto, ubicando en los antecedentes de la época, explicándolo en las corrientes literarias y culturales de España y Europa . En particular, en aquellos capítulos que conciernen a Cataluña, no se desprende de su glosa al Quijote que Cervantes recorra dos naciones distintas con sus personajes. No hay en sus comentarios y análisis ningún énfasis en diferencias nacionales, ni en literaturas separadas: en la lengua, más bien particularidades sociales y dialectales. Su aproximación al Quijote está hecha desde un punto de vista español.
Riquer dedicó su libro " Llegendes històriques catalanes" a la explicación histórica de algunos mitos locales, alguno de los cuales resultaba "fundacional" del catalanismo. Preguntado alguna vez sobre esto, su respuesta está lejos de la mistificación:
-¿Cree que alguien puede ofenderse al descubrir por su libro que la leyenda de las cuatro barras nació de un demasiado imaginativo historiador valenciano y a partir de una crónica castellana?
-No, nadie, porque es un hecho. Las leyendas son leyendas, y punto. No hay que confundirlas con la historia y no hay nada que discutir. Así es.

-Entre esos datos objetivos que son un hecho está la falsedad del Llibre de fets d"armes de Catalunya, tal como usted especifica en el prefacio de su libro.
-Sí, es un libro que se suponía escrito por Bernat Boades en 1420, y durante años se creyó verdadero. Eso hacía pensar que las leyendas históricas catalanas estaban muy definidas en el siglo XV. Pero luego se descubrió que era una falsificación del siglo XVI, y las cosas cambiaron mucho.

-La leyenda de las cuatro barras del escudo de Guifré el Pelós, afirma en su libro, es un invento de gente culta. Un historiador con imaginación la toma prestada, y los intelectuales románticos y de la "Renaixença" la ensalzan hasta hacerla muy popular.
-Tan popular que sería difícil encontrar hoy a un catalán culto que no la conozca. Si fuera cierto que el emperador franco mojó los dedos de Guifré el Pelós en sus heridas de guerra y los pasó luego por el escudo dorado, formando las cuatro barras verticales que dieron lugar al emblema heráldico, tendríamos que aceptar que ese escudo fue creado a finales del siglo IX. Y los escudos no nacieron hasta el siglo XII, cuando los reyes empezaron a luchar con el rostro cubierto por el yelmo y necesitaron un lugar visible donde hacer ver al enemigo sus señales de referencia.
 
Finalmente, en su introducción al Tirant Lo Blanch no existen referencias a Cataluña: circunscribe su comentario al carácter valenciano de Joanot Martorell y las circunstancias evocadas en la historia, siempre en el interior de la sociedad, "en un momento floreciente y brillante de la historia de Valencia".
Parecen referencias intrascendentes, pero basta ver el tratamiento de Martorell o su obra en Wikipedia, sólo por hablar de una cita "neutral", para comprender el alcance de la actitud de Riquer.
En el mismo reportaje mencionado antes, el entrevistador pregunta a Riquer sobre el catalanismo:
 -¿Profesa usted algún tipo de catalanismo?
-¿Qué quiere decir?

-¿Cuál es su forma de ser catalán?
-La normalidad absoluta. La regularidad. Cuando un libro requiere que lo lea en catalán, lo leo en catalán. Si necesita que lo lea en castellano, lo leo en castellano. Y hago lo mismo cuando me planteo la escritura de algún trabajo. [...]. No tengo ningún criterio respecto al nacionalismo. Cuando estudio y escribo pienso en otras cosas.

domingo, marzo 16, 2014

La aberración catalana vista de revés

José Antonio Zarzalejos, en El Confidencial, cambia el punto de vista sobre Cataluña, dándo vuelta el problema: ¿qué pasará en una Cataluña independiente, con los habitantes que deseen permanecer españoles? Y la pregunta no es solo una cuestión de sentimientos, si acaso, como probablemente proponga Convergència Democràtica de Catalunya, para ser ciudadano catalán habrá que saber la lengua catalana y conocer la "historia catalana"...Las alternativas de Zarzalejos son civilizadas, dentro del desgarro brutal que implican. Sin embargo, dada la existencia de fracciones nacionalistas extremas, como se ha observado repetidamente en el curso actual de las cosas, otras soluciones mucho más violentas, como Crimea lo está poniendo sobre la mesa, serían posibles. Las  palabras de Zarzalejos:
Mañana está previsto un referéndum vinculante en Crimea para resolver sobre la incorporación de la península ucrania a Rusia, después de que su Parlamento haya declarado unilateralmente la independencia del territorio. La consulta es ilegal como han denunciado los Estados de UE porque viola la Constitución de Ucrania. Y siendo ese un problema sustancial, no es el único. De prosperar la secesión-anexión de Crimea a Rusia, ¿qué ocurrirá con los ucranios que allí viven? ¿Y con la minoría tártara? ¿Serán rusos o serán ucranios? ¿Extranjeros o nacionales? No es una pregunta provocativa, ni mucho menos una ocurrencia.
En Gran Bretaña se está planteando, todavía tímidamente, qué ocurriría con los británicos que quisieran seguir siéndolo en una Escocia eventualmente independiente, abogándose -eso sí, por parte del secesionismo- por la doble nacionalidad que, no obstante, comportaría enormes complicaciones porque los británicos en Escocia serían ciudadanos de la Unión y los meramente escoceses, no.
Aquí, y en relación con una eventual independencia de Cataluña, la cuestión de la nacionalidad de los catalanes que deseasen seguir siendo españoles la planteó en términos muy serios y documentados el ex presidente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente, en un artículo publicado el pasado 23 de enero en La Vanguardia titulado Ciudadanos de Catalunya. Explicaba el catedrático de Derecho Constitucional cómo se decidió la nacionalidad en las repúblicas bálticas cuando accedieron a la independencia tras la caída de la URSS: los ciudadanos de Estonia, Letonia y Lituania “son hoy quienes lo eran en esos Estados antes de 1940 (cuando se los anexionó la URSS) o sus descendientes. Con lo que han quedado privados de esa condición una buena parte de quienes hasta la independencia habían actuado como ciudadanos: entre el 30% y 40% de los votantes en los respectivos referéndums sobre la independencia de Letonia y Estonia, no son ya ciudadanos”.
Aunque Rubio Llorente da por seguro que -como en Escocia- “una Catalunya independiente ofrecería su nacionalidad a todos los españoles que en ese momento vivan allí” (en el Congreso del CDC se va a acordar que para ser catalán nacional será preciso conocer la lengua y la historia de Cataluña), el problema tiene más derivaciones y de alta sensibilidad. Porque aunque se ofreciese esa nueva nacionalidad, no puede ser impuesta dice el profesor con buen sentido. Y añade: “Los nacionales del estado predecesor tienen derecho a seguir siéndolo aunque continúen viviendo en el nuevo, que no puede expulsarlos ni privarlos de otros derechos que los políticos.” El canadiense Stephane Dion, urdidor de la ley de claridad para Quebec, se manifestó en la misma línea el pasado miércoles en Madrid. Traído a Barcelona, Tarragona y a la capital de España por los Federalistas de Izquierdas, Dion fue muy claro: un referéndum de independencia consiste también en declarar extranjeros a parte de la población del territorio.
Oriol Junqueras y la doble nacionalidad
¿Cómo sería entonces la situación? Rubio Llorente la imagina así: “En ese marco obligado, no es disparatado imaginar que un número significativo de los españoles que viven en Catalunya pudieran desear seguir siéndolo sin salir de ella y lo hagan valer ante las autoridades catalanas y españolas. Como esa nacionalidad conlleva la europea y la naturaleza humana es desfalleciente, es posible que esa opción resultara tentadora también para otros, pero bastaría con que se inclinaran por ella quienes en el referéndum votaron en contra de la independencia para que el Estado fruto del alumbramiento naciera con una grave malformación: una democracia en la que no puede votar ni tiene derechos políticos el 40% de los habitantes”.
Los independentistas escoceses insinúan que la solución sería la doble nacionalidad; lo mismo que ha mantenido Oriol Junqueras, líder de ERC, que en declaraciones hechas en septiembre del año pasado apeló a los “lazos emocionales” de ciudadanos catalanes con el resto de España. Sin embargo, Madrid no estaría en la obligación de resolver ese problema a una Cataluña separada, lo que podría provocar un éxodo de una parte de su población. Problema de dimensiones enormes sobre el que no se ha oído por el momento ninguna prevención o reflexión de parte de los estudiosos de la independencia de Cataluña en el Consejo Asesor para la Transición Nacional.
Rubio Llorente, concluye su reflexión sosteniendo que “ni los más ardientes independentistas escoceses o catalanes pueden ignorar el hecho de que aunque los estados se separen, no sería posible establecer una separación nítida entre los pueblos, porque los vínculos de todo género que unen a las personas que los forman vienen de muy lejos, son muchos y sólidos. Tantos, que desde hace siglos los habitantes de España se han visto y han sido vistos como integrantes de una de esas unidades que a partir de finales del siglo XVIII se llamaron naciones. Y es que es mucho más fácil salir del Estado que salir de la nación. Y más fácil aún debería ser lograr que la estructura del Estado se acomode a la complejidad de esta nación de naciones. Un empeño por el que merece la pena seguir luchando.”
Lo que plantea el proceso soberanista en Cataluña no es sólo un problema político y económico (este último es sobre el que el Gobierno está incidiendo de manera más reiterada). Plantea también un gran problema de carácter social porque ante la ruptura de una de las identidades de los ciudadanos de Cataluña -el grupo más numeroso se siente catalán y español según todas las encuestas- se quiebra también el concepto individual de nacionalidad, apareciendo, si la hipótesis secesionista se consumase, eso que Rubio Llorente denomina una “grave malformación”. Otra más, habría que añadir, y no sopesada, por quienes en Cataluña han puestos en marcha la maquinaria de la independencia y que se están dando de bruces con obstáculos de todo orden que hacen cada día más inverosímil que el órdago separatista prospere.
El referéndum de Crimea -a todas luces ilegal- reverdece, como en su momento la independencia de las repúblicas bálticas de la URSS, la inquietud sobre la suerte de minorías -la ucrania, la tártara- y nos obliga aquí, en España, como también está ocurriendo en Gran Bretaña, a preguntarnos qué pasaría con los millones de catalanes que quieren seguir siéndolo a la vez que españoles. La propuesta de Oriol Junqueras -la doble nacionalidad para quien la quiera- se acomoda mucho más a un deseo unilateral que a una planificación de las consecuencias de su improbable iniciativa en el que tantos, y con tanta ignorancia de sus reales consecuencias, le acompañan.

jueves, marzo 13, 2014

Hegemonías y cereales

China acaba de dar un paso nuevo e importante en el crecimiento de su influencia económica: una compañía china de base estatal ha comprado a Nidera, uno de los operadores mundiales de granos. Un negocio de un número reducido de participantes; Nidera es quizá uno de los menores operadores entre los grandes conglomerados, pero suficientemente conveniente como para pagar 17.000 millones de dólares por el 51% de la empresa. Una vez más, China también mejora su posición en Latinoamérica, particularmente en Argentina, donde Nidera ha mantenido tradicionalmente una de sus sedes centrales. El control del agro y sus industrias relacionadas son ya críticos en el mercado mundial, y China abre su trinchera. Del editorial de La Nación de Argentina, dejando de lado las referencias locales:
La National Cereals, Oil & Foodstuffs -Cofco, según sus siglas en inglés, gigantesca empresa procesadora de productos y servicios agrícolas de lo que en otro tiempo fue el Imperio Celeste, se ha quedado con el 51 por ciento del paquete accionario de Nidera. Se pueden hacer interpretaciones varias sobre lo que eso significa. En lo esencial, expresa la voluntad de la gran potencia oriental de constituirse no sólo en la mayor compradora de granos del mundo, sino en uno de los árbitros de las decisiones que se tomen en Occidente en relación con las operaciones generales sobre las principales commodities agrícolas.
Los chinos acaban de comprar, además, Smithfield Foods, la mayor productora norteamericana de carne porcina, con sede en Chicago, y se encuentran en negociaciones para quedarse con la división agrícola de Noble, otra estrella mundial de la alimentación, asentada en Hong Kong, y con plantas de acopio de cereales en la Argentina, además de contar con una participación en un puerto en Timbúes, cerca de Rosario.
Si a lo largo de añares los Estados Unidos y Europa fueron actores centrales en ese renglón de la alimentación mundial, ahora habrá que tomar en cuenta a China. Nidera se caracterizó siempre por la seriedad y discreta reserva con que manejó sus operaciones comerciales y financieras, sobre todo en mercados en los que no ha cotizado en bolsa, y nada se diga, por lo demás, de la circunspección china para los negocios.
Eso explica la amplitud del abanico de especulaciones sobre el precio que ha costado a estos últimos quedarse con el poder mayoritario para las decisiones de una empresa que ha sido modelo de creatividad e innovaciones agronómicas y tecnológicas en semillas, aceites, fertilizantes y herbicidas, entre otros renglones de una actividad que ha desarrollado en decenas de países durante casi un siglo de existencia.
Nidera nació en Rotterdam, Holanda, en 1920, y apenas nueve años después inició sus operaciones en la Argentina. Tan asociado ha estado nuestro país a su desenvolvimiento que la palabra "Nidera" es un acrónimo hecho con las iniciales de varios países: comienza con Holanda (Netherlands) y cierra con la Argentina.
Aquí ha realizado un trabajo relevante en la producción de semillas de maíz, trigo, girasol y soja, ésta en las últimas décadas, y ha sido una fuerza que ha tonificado con su impulso las exportaciones del país hacia el mundo.

domingo, marzo 02, 2014

Despierta el antiguo imperio...

Dejando de lado los buenos modos, los nuevos zares reclaman Crimea. Ukrania debe estar bajo su control con parlamento o con tanques. El imperio reclama sus dominios, y basta de veleidades democráticas y occidentales. En la mejor tradición imperial, los tanques delante, y los fusiles detrás, y después, todos callados. Dadas las tibias advertencias americanas, casi no hay dudas de que en pocos días, de Crimea se podría pasar a Kiev, y quizá sin un disparo, simplemente con la defección del ejército defensor. La administración Obama, y la NATO bajo su sombra, se comportan como un nuevo Chamberlain...Los tiempos han cambiado, pero parece que no tanto...En cola están Letonia, Lituania, Estonia, Polonia.
La imagen, BAZ RATNER (REUTERS), en El País

Bajando a tierra...

Después de un prolongado período de crecimiento del independentismo catalán, la cuenta de las pérdidas económicas está poniendo orden en los intereses de la sociedad, adelgazando los interesados en la independencia a una fracción menor. Una fracción que se verá que mayoritariamente se compone de una izquierda que tampoco se cree lo que dice, pero a quien el "nacionalismo" le viene bien para ganar una posición dominante. Un buen resúmen del estado de proceso lo da Mayte Alcaraz en ABC hoy , que enumera siete elementos que muestran el cambio de tendencia:

(...)

1. El «no» de europa

La sinrazón del Gobierno catalán ha conseguido que las instituciones europeas hayan dejado meridianamente claro que una secesión implicaría que Cataluña quedase fuera de los tratados europeos. Tanto el presidente de la Comisión, Durao Barroso, como el vicepresidente y socialista español, Joaquín Almunia, han insistido en que «quien se sale de un Estado miembro, automáticamente queda al margen de la UE y empieza de cero». Por tanto, la premisa del discurso independentista cae como un castillo de naipes que a duras penas ha intentado sostener la comisaria Reding, cuya máxima concesión, no obstante, al secesionismo es avalar un debate «sin líneas rojas». Bien lejos, claro, de la interpretación interesada que la Generalitat ha hecho de las palabras de la dirigente luxemburguesa, muy tibia también cuando juzgó la pantomima de la verificación de los pistoleros de ETA.

2. El ejemplo de Escocia

Mas se miraba en el espejo escocés para su deriva excluyente. Pero hay diferencias insalvables entre su pretensión y la de los escoceses: la consulta que tendrá lugar allí en 2014 es legal y fruto del acuerdo del mandatario escocés, Alex Salmond, y el primer ministro británico, David Cameron. Ambos alcanzaron un pacto dejando claro qué es lo que se acordaba: la pregunta, sencilla y directa, de si Escocia quiere romper con el Reino Unido, lejos de la trapisonda catalana. Sin embargo, y a pesar de la legalidad del experimento británico, allí también los obstáculos económicos son más que evidentes para las pretensiones independentistas. Hasta el punto de que el Banco de Inglaterra, en un trasunto de lo que hará el Banco Central Europeo en el caso de España, ha rechazado el plan escocés negándole la libra como moneda si finalmente triunfa el separatismo. Aviso para navegantes que Mas ha acusado, si bien no públicamente, ante el temor de perder los asideros internacionales que cree tener, tras la negativa de las cancillerías europeas a contestar a sus cartas «informativas».

3. Los empresarios dicen no

Los presidentes de la CEOE, Juan Rosell, y de la patronal catalana Fomento Nacional del Trabajo, Joaquim Gay de Montallà, han sido taxativos: «No a la deriva separatista» (ABC, 18-2-2014). Como era de esperar, los industriales españoles, y entre ellos los catalanes, no quieren ser partícipes de la ruina independentista. Por ello, ambas patronos reclaman «diálogo» al Gobierno y a la Generalitat para tratar de garantizar la estabilidad política, un factor clave para la creación de riqueza y empleo. En la cena que compartieron con el Príncipe de Asturias quedó más que asentado que el desconcierto juega en contra de la recuperación económica en Cataluña.

4. Agravios como coartada

Hace medio año, la Generalitat presentó en un documento de cincuenta páginas las pretendidas «deslealtades» de España con Cataluña. El Ejecutivo nacionalista cifraba en 9.375,7 millones de euros el impacto de los incumplimientos de Rajoy. Sin embargo, las balanzas fiscales que prepara Montoro arrojan un resultado bien distinto: Cataluña está entre las ocho regiones que gozan de una financiación por habitante superior a la media nacional. De hecho, Fomento ha ejecutado obras en esa región por valor de 21.616 millones de euros entre 2000 y 2012, hasta un 40% más que en Madrid. La Comunidad que gobierna CiU es la primera autonomía con todas sus provincias conectadas por AVE.
El último ejemplo, el respaldo del Estado al reciente Congreso Mundial de Móviles, celebrado en Barcelona que ha generado unos ingresos extra de 356 millones de euros para la Ciudad Condal.

5. La opinión de los expertos

No solo nuestro entorno europeo y los agentes económicos se alejan de Mas. También las grandes consultoras económicas, como Eurasia Group, especialista en riesgos políticos en el mundo, ha dibujado un escenario negativo para Cataluña. De hecho, esta prestigiosa firma «descarta» que la declaración de independencia unilateral vaya a consumarse. Tanto es así que los autores de ese trabajo internacional estiman que ese escenario imposible de cumplir ayuda a las tesis del Gobierno de no ceder un milímetro a las pretensiones anticonstitucionales.

6. Defensa de la constitución

El pasado 20 de febrero, el pleno del Congreso aprobó con los votos del PP, PSOE y UPyD una moción de la formación que lidera Rosa Díez que rechazaba al plan soberanista en Cataluña e instaba al Gobierno a seguir utilizando los instrumentos de la Constitución para garantizar la legalidad. Si bien la falta de autoridad de Alfredo Pérez Rubalcaba para imponerse al siempre ambiguo PSC llevó a este partido a no respaldar una moción del PP en favor de la unidad de España, lo cierto es que ambos partidos siguen tendiendo puentes para conseguir una postura común que obligue a los nacionalistas a entrar en razón.
En este extremo, la figura del Rey es fundamental, haciendo uso de su papel institucional en defensa de la Constitución y del diálogo entre todas las formaciones.

7. Últimas encuestas

Los más recientes sondeos arrojan un retroceso en el apoyo al separatismo, que no había dejado de crecer en los últimos dos años. Y lo hace coincidiendo con las advertencias cada vez más firmes de las autoridades europeas y del tejido empresarial catalán de que una eventual secesión conduciría a Cataluña fuera de la Unión Europea y a una situación económica y monetaria insostenible.
Además, la demoscopia establece que dos de cada tres catalanes siguen pensando que la independencia es algo con «muy pocas o nulas probabilidades de realizarse» y están a favor de una tercera vía. De hecho, solo los votantes declarados de Esquerra Republicana de Catalunya confían en que este proceso desemboque en la separación de esa región española. La falta de horizonte legal de la consulta, que sería vetada por el Tribunal Constitucional, ha llevado a la sociedad catalana a aplicar un mayor realismo, abonado por una política más proactiva del Gobierno de Rajoy. Pedagogía se llama.