Ese imperio fugaz que fue Austria-Hungría, dejó también algunas de las mejores creaciones de su época, durante el siglo XIX y aún el siglo XX, en literatura, en pintura o en música. Un caso particular es el de las transcripciones de obras de los Strauss hechas por Arnold Schönberg, Alban Berg, y Anton Webern, reinterpretando para pequeños conjuntos de cámara, los valses de Johann Strauss padre e hijo escritos para grandes orquestas. Se trata de continuidad y cambio: las transcripciones realizadas en los primeros años del siglo veinte le dan un nuevo sentido a la música de los Strauss, ya alejada de su inicial optimismo, alegría y vanidad de las buenas épocas del Imperio. Conocí esas transcripciones hace muchos años, en Radio Nacional de Argentina, que grabé, y tengo la vaga idea de que se trataba de la versión original interpretada por Schömberg, Berg y Webern en 1921, aunque más probablemente se tratara de la versión de los Boston Symphony Chamber Players, o la del Cuarteto Alban Berg, y mi cinta reflejara no lo que fuera, sino lo que hubiera preferido. Por años tuve estas transcripciones en la cinta, hasta que finalmente un día las perdí, al pasar de Chile a España. Y buscando, buscando, un día recuperé la obra gracias a Internet, en una nueva versión austríaca de 2012 que mantiene todo el valor de esas reelaboraciones. Esta versión incluye alguna otra interpretación, y tiene una particularidad que la ambienta de manera única: Los intérpretes ejecutan estas obras en un café vienés, el Sperl, rodeados de los clientes del café, que escuchan y conversan. La revista Ritmo publicaba en 2012 una reseña de esta grabación de The Philharmonics:
Un grupo de músicos de la Orquesta Filarmónica de Viena, como es bien sabido insustituible para hacer sonar e interpretar la música de Johann Strauss, se ha establecido con el nombre “The Philharmonics” y ofrecen aquí, filmadas en un pequeño café vienés lleno de sabor, el Sperl, varias transcripciones –para un conjunto variable, pero siempre ajustado, de instrumentos– de cinco de los más conocidos valses del Rey del género, a los que se añaden tres piezas del famoso y longevo violinista y compositor vienés Fritz Kreisler (1875-1962), una del legendario pianista Leopold Godowsky (1870-1938) y otra del primer violín del grupo, Tibor Kovác (n. 1967). La velada, con parroquianos del café que escuchan más o menos atentos, es absolutamente deliciosa, con una música muy hermosa admirablemente transcrita por tres de los mayores compositores del siglo XX, e interpretada de modo verdaderamente insuperable por los nueve solistas, dicho esto sin la menor exageración: no hay más que comparar con lo mejor que se había escuchado en disco, a saber los Boston Symphony Chamber Players (D.G. 1979) y el Cuarteto Alban Berg con varios invitados (EMI 1994), para darse cuenta de la inocultable superioridad estilística y musical de The Philharmonics, que a una técnica y un dominio de los instrumentos inobjetable añaden un sonido vienés único y un brío y un conocimiento del vals vienés absolutamente incomparables. Si los de Boston ofrecían unas ejecuciones fantásticas, los del Cuarteto y sus amigos defraudaban en unas versiones algo sosas, carentes de gracia y encanto. Las transcripciones, tanto de Schönberg como de sus dos principales alumnos, son modélicas, y realmente sorprende lo poco que pierden con respecto a las versiones orquestales, lo bien que quedan en esas reducidas combinaciones: cuarteto de cuerda, piano y armonio en el Vals del tesoro –Webern–, en Vino, mujeres y canciones –Berg– y en el Vals de las lagunas, y cuarteto, piano, flauta y clarinete en el Vals del Emperador –Schönberg–. Por cierto, en una velada de 1921 fueron interpretados cuatro de los cinco valses aquí incluidos por el gran pianista Eduard Steuermann, por Alban Berg al armonio, Rudolf Kolisch y Schönberg al violín y Webern al violonchelo, entre otros músicos. En las adaptaciones de las demás piezas –las de Kreisler y Godowsky son algo así como la quintaesencia de lo vienés más decadente– han intervenido el famoso contrabajista de la Filarmónica de Viena Ludwig Streicher (1920-2003) y el violinista Kovác, cuyo Yiddische Mame es una especie de “medley” en el que desfilan temas judíos de Mahler y de otras procedencias. Con un sonido y una imagen de primera calidad, es de suponer que en el Blu-Ray correspondiente serán aún mejores.Existe una versión reducida de esta sesión (con propiedad, un trailer) en Youtube.
A.C.A.
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